CONECTA CON TU CUERPO PARA LIBERARTE DEL ESTRÉS

CONECTA CON TU CUERPO PARA LIBERARTE DEL ESTRÉS

Por Eva Conde, Licenciada en psicología,  profesional de Educación Postural Educadora Corporal en Microgimnasia en Qüestions Vitals.

El estrés se puede definir como el proceso que se pone en marcha cuando una persona percibe una situación o acontecimiento como amenazante o desbordante de sus recursos.

El estrés inflama, oxida y resta defensas a nuestro organismo. Ya sea por un estilo de vida frenético, por una situación laboral o personal complicada, por la existencia de emociones no gestionadas, etc., a menudo, hechos o situaciones que suceden y que están relacionados con cambios, que exigen del individuo un sobreesfuerzo y por tanto, ponen en peligro su bienestar personal.

Todo esto, nos lleva en algún momento a somatizar, es decir, a tener diversos síntomas y manifestaciones físicas que no tienen un origen físico identificable, si no, que son la expresión de toda la tensión mental y emocional que se experimenta.

Así que en la mayoría de las personas, toda esta tensión y preocupación que tienen, se cristaliza en el cuerpo.

Pero hay una buena noticia, que la neurociencia avala, y es el hecho de que “podemos tratar el sufrimiento y el estrés, a través del cuerpo”.

Podemos empezar por algo muy simple, “parar y atender, con curiosidad y amabilidad, todo lo que estás sintiendo en el cuerpo en este mismo momento”.

Dedicar cada día a prestar atención al cuerpo, y a las tensiones que se acumulan, contemplándolas, reconociéndolas y aceptándolas, dándoles el espacio que nos están pidiendo, sin luchar contra las mismas o querer que sean de otra manera, o que desaparezcan (lo cual puede crear más tensión), es algo muy beneficioso y a la vez muy sencillo de llevar a cabo.

Y aquí es donde la Restauración Corporal y la Microgimnasia en concreto, nos pueden ayudar.

Dedica cada día 20 o 30 minutos a realizar una práctica de conciencia corporal, donde realices un recorrido de tu cuerpo, de tu postura colocada y alineada, de tus movimientos y de tu respiración, para poder calmar, soltar y dejar ir tensiones, emociones, pensamientos, etc., lo cual puede provocar efectos muy positivos en algunos marcadores biológicos del estrés.

Desde mi experiencia personal, puedo decir que dedicar un tiempo cada día, a explorar, sentir y tomar conciencia de mi cuerpo, es una de las herramientas más sanadoras que he podido experimentar, ya que permite de una manera sencilla y profunda, acercarnos a nosotr@s mism@s a través de algo tan accesible para todos, como es el cuerpo.

Detallo a continuación una pequeña práctica de cómo puedes realizar esta exploración corporal.

Busca un lugar tranquilo donde poder estar en calma y sin interrupciones.

Necesitarás una colchoneta, manta o toalla para colocarla en el suelo y poder tumbarte. Si esto no es posible para ti, puedes tumbarte en otra superficie adecuada a tus posibilidades (como la cama).

Adopta lo que nosotr@s llamamos “Postura Fundamental”, con las piernas flexionadas, apoyando los pies en el suelo, al ancho de las caderas, moviendo tu pelvis en retroversión para que así toda la espalda, sobretodo la zona lumbar, quede apoyada en el suelo, dejando que los hombros estén sueltos y relajados hacia el suelo, con los brazos a los lados del cuerpo y las palmas de las manos mirando hacia arriba, o bien, sobre el tórax y el abdomen, para sentir el movimiento del cuerpo al respirar. La cabeza queda apoyada en un cojín, con el mentón ligeramente hacia abajo para que puedas alargar la nuca. Haz un par de respiraciones profundas en esta posición.

En primer lugar, tómate unos segundos para comprometerte firmemente contig@ mism@ a llevar la atención a tu cuerpo y a tu interior, dejando al margen durante la duración de esta práctica, todo lo que ocurra fuera de ti.

Afloja cualquier tensión provocada por la ropa y deja que tu cuerpo se asiente en la superficie en la que estás tumbad@.                    

Dirige ahora tu atención a las zonas de contacto entre tu cuerpo y la superficie en la que estás apoyad@. Y siente que esta superficie sostiene tu cuerpo sin necesidad de que hagas ningún esfuerzo o resistencia.

Dirige después tu atención a la respiración.

Observa el movimiento de tu cuerpo mientras el aire entra y sale a través del mismo.

Deja que tu cuerpo se afloje, en especial durante la exhalación y sé consciente de las sensaciones corporales de este momento. No te preocupes si adviertes la presencia de tensiones, sólo sé consciente de ellas.

Realiza ahora tu “escáner corporal”, puedes empezar por la cabeza o por los pies, no importa el camino que elijas, simplemente decide cuál te parece más adecuado para ti en este momento.

Si empiezas por la cabeza toma conciencia de la misma hundiéndose en tu cojín o almohada y permite que se sienta más pesada todavía, aflojando cualquier tensión que aparezca. Date cuenta de lo que sucede en la base del cráneo, donde puedes sentir una sensación de ablandamiento y relajación.

Recorre cada zona de tu cabeza, desde el cuello cabelludo, hasta la cara incluyendo frente, ojos, pómulos, nariz y boca, aflojando y soltando cada zona poco a poco.

Si empiezas por los pies, siente primero su temperatura, están fríos o calientes. Deja que tu conciencia recorra cada pie, dándote cuenta de cualquier sensación procedente de la planta del pie, el empeine y los dedos de los pies. Permanece en tus pies, observando con atención cada sensación que aparezca.

Y sigue con el resto del cuerpo, desplazando gradualmente tu atención a lo largo del mismo, yendo de un extremo al otro. Recuerda que debes prestar atención tanto a la parte dorsal (la que está en contacto con el suelo), como a la parte frontal, sin olvidar brazos ni manos. Y si no sientes nada en una determinada zona, date simplemente cuenta de la ausencia de sensaciones.

Cuando en algún momento notes tensión o dolor intenso en una determinada zona, si puedes ablanda la zona que la rodea. Y haz eso utilizando la respiración, inspirando conciencia hacia esa zona y soltando toda resistencia al soltar el aire. Imagina que la tensión la puedes descargar en el suelo. 

Dirigir la conciencia a la experiencia presente con una actitud amable, alienta la sensación natural de soltar y dejar ir.

Para finalizar, date el tiempo que necesites para concluir esta práctica de conciencia corporal. Sé cuidados@ con el modo en que mueves tu cuerpo después de este período de quietud. Puedes girarte suavemente en posición fetal y quedarte en esta posición durante un tiempo, para después proceder a sentarte e incorporarte. Muévete con cuidado para no disipar los beneficios de la práctica, evitando realizar movimientos bruscos que puedan tensar tu cuerpo de manera innecesaria.

Con la realización de esta práctica de conciencia corporal te das cuenta de que “cada pensamiento, cada emoción y cada acción mental va acompañada de su correspondiente sensación corporal. Por eso, cuando observas las sensaciones físicas, también estás observando la mente”(SN Goenka).

Concluyendo podemos decir, que conectar y sintonizar con nuestro cuerpo, es profundamente transformador, ya que la respuesta natural, cuando cobras consciencia de una tensión, situación estresante, etc., es la de ablandarla y relajarla… El “darse cuenta” ya por si mismo, puede ser sanador, porque cuando te haces consciente de algo doloroso, existe un anhelo y un movimiento hacia la liberación.

Y recuerda, que el estrés no siempre tiene consecuencias negativas, en ocasiones su presencia representa una excelente oportunidad para poner en marcha nuevos recursos personales, fortaleciendo así la autoestima e incrementando las posibilidades de éxito en ocasiones futuras.

Por Eva Conde, Licenciada en psicología,  profesional de Educación Postural Educadora Corporal en Microgimnasia en Qüestions Vitals.